Síndrome del salvador

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Hércules salvando a Meg


¿Alguna vez has estado en una relación en donde la otra persona está pasando por una depresión muy profunda?

Bueno, ¡Bienvenidos/Bienvenidas al club!

Hay muchas maneras de vivir esto, están las personas que se dan cuenta y deciden irse, las personas que nunca se dan cuenta y viven en un Loop tratando de salvar a una persona que no quiere ser salvada y terminan cayendo al abismo con ellos y las personas que finalmente se dan cuenta, pero deciden no cambiar a la persona, dejan que su proceso pase y están ahí para ellos al final. Esta última se escucha muy atractiva pero muy pocas veces se tiene la suficiente madurez emocional como para poder afrontar la situación de la mejor manera.

Ojalá fuera tan fácil, pero la realidad es que no lo es. Muchas veces tenemos ese complejo de salvavidas que se nos implanta tal vez en nuestra infancia o tal vez lo tomamos de otro lado, y creemos que las personas adecuadas para nosotros son las que se encuentran perdidas, que debemos salvarlas para que todo sea felicidad, y somos capaces de aventarnos al abismo con ellas con tal de no perderlas. Pero la realidad es que por más que queramos mostrarle a esa persona nuestra perspectiva y optimismo ante cualquier situación, ellas son quienes tienen la última palabra con respecto a cómo quieren vivir su vida. 

Sí, es difícil, pero es parte de la vida aprender que no podemos resolver todo y que es válido sentirse mal y dejar que esa tristeza nos invada. Está bien perderse siempre y cuando puedas volver. Vivir con una persona que se siente de tal manera por supuesto que nos va a afectar, pero no podemos decidir por ellos. Sin darnos cuenta, ellos también nos enseñan todo el tiempo a seguir a delante

Y algo muy importante que no debes de olvidar es que no eres ellos, tu no estas pasando por el proceso, y no está en tus manos sanarlo. Tampoco es responsabilidad de la otra persona levantarte si tú te caes, todos estos procesos los tenemos que vivir a nuestro modo, a nuestro ritmo y a nuestro tiempo. 

El error está en esperar que la felicidad te la de otra persona o esperar que tú eres el responsable de la felicidad del otro.

La felicidad debe de salir de uno mismo.

Y el amor es aceptar que no puedes cambiar las decisiones de tu pareja, y solo puedes acompañarlos en su camino.

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